El testimonio de Bonnie

bonnieBONNIE

Crecí en muchas iglesias cristianas protestantes, pero no se me enseñaba la Palabra de Dios. Cuando los misioneros mormones respondieron mis interrogantes con la Biblia, me quedé intrigada. En poco tiempo me uní a la iglesia y me casé con un ex-misionero mormón. Mis sueños se hicieron trizas cuando el hombre con el que me casé resultó ser un mentiroso, abusador, alcohólico y mujeriego patológico, habiendo dormido con más de 300 mujeres en los 8 años que estuvimos casados. Incluso después de mi divorcio, permanecí activa en la iglesia por un poco de tiempo, hasta que el Señor abrió mis ojos y encontré al VERDADERO Jesús.

Mi travesía en el mormonismo comenzó cuando yo era muy joven… Crecí en iglesias protestantes – Bautista, Metodista y Presbiteriana para ser específica. Aún cuando asistíamos a la iglesia todos los domingos, no recuerdo haber sido enseñada en la Palabra de Dios por nadie en ninguna. Tampoco estaba recibiendo enseñanza alguna en casa… De hecho, aunque mis padres eran asistentes acérrimos a la iglesia, no les recuerdo utilizando la Palabra de Dios para guiarme en nada. Como resultado, cuando llegué a mi último año en secundaria y comencé a sentir la necesidad de entender a Dios, no tenía ningún fundamento al cual recurrir. Cuando finalmente me encontré desesperada por respuestas, concerté citas con cinco pastores protestantes y un sacerdote católico con la esperanza de encontrar respuestas, pero ninguno de aquellos hombres abrió una Biblia en mi presencia ni dijo nada como, “Esto es lo que nos dice la Palabra de Dios.”

Por eso no es de sorprenderse que cuando acudí a algunos misioneros mormones y estos tuvieron respuestas rápidas y muy confiables (¡aunque sonaran un poco extrañas!) a mis interrogantes, utilizando la Biblia para responderme, ello me dejara intrigada. Seis meses después, me comprometí con un joven ex-misionero mormón y me deslicé con facilidad para unirme a su iglesia.

Éramos muy activos en la iglesia, y servíamos en muchos llamados… nada “grande”. Imagino que las más grandes responsabilidades que tenía eran de dos aspectos: Primero, era llamada con frecuencia para hablar en la iglesia porque era una buena oradora. Y segundo, estaba dotada para organizar eventos, así que terminé organizando virtualmente todos los eventos especiales de nuestra estaca – fuera estando “a cargo” o asistiendo a la persona encargada.

Mi matrimonio fue un desastre desde el principio… mis sueños de un matrimonio perfecto con un hombre comprometido con Dios se hicieron trizas cuando los problemas emocionales de mi “ex-misionero” salieron a relucir. En lugar de ser el hombre piadoso con el que pensé que estaba casada, resultó ser un mentiroso, abusador, alcohólico y mujeriego patológico, habiendo dormido con más de 300 mujeres en los 8 años que estuvimos casados. Finalmente, cuando lo encontré en la cama con otra mujer, decidí que no podía soportar más. Lo eché de casa esa noche, y le pedí el divorcio a los pocos días. Mientras tanto, me escondí en la casa de una amiga en Menfis, por temor a lo que pudiera él hacer…y eso fue exactamente lo que sucedió…llegó ebrio, se mostró en casa y destruyó todo. Considerando la condición en que quedó el apartamento cuando finalmente fui a casa, es casi seguro que si yo hubiera estado allí, él me hubiera hecho el mismo daño, sino más.

Aún así, permanecí activa en la iglesia por un tiempo, a pesar de lo incómodo que era encontrarme con él y su familia cada semana. También era incómodo ser ignorada o cuestionada por los miembros de la iglesia, que me hacían preguntas que no eran de su incumbencia. Luego, cuando el profesor de primaria de mi hijo mayor le dijo que el Padre Celestial ya no nos amaba más y que la única manera en que Él podría amarnos nuevamente era si yo me volvía a casar con su padre, me llevé a mi perturbado hijo y a su hermano a casa y nunca más volvimos.

A pesar de estas cosas, yo no me soltaba del mormonismo… Aún tenía un fuerte testimonio de la iglesia. Aún vestía las ropas del templo cada día. Pero, como nos encontrábamos en Arkansas y en ese entonces sólo había una Estaca de la iglesia en la zona, debía continuar sujetando a mis hijos y a mí a los problemas de la iglesia, o permanecer alejada. Permanecí alejada.

Dado que estaba apartada del constante reforzamiento del “pensamiento mormón,” comencé a tener interrogantes con respecto a algunas cosas… cosas de las cuales no podía encontrar respuestas. Por ejemplo, el concepto de que “las familias son para siempre,” de pronto parecía imposible de alcanzar. La razón era que, si una familia estaba llena de mormones devotos y “dignos,” con todos alcanzando la deidad, ¡hubiera sido imposible para tal familia permanecer unida! Todo hombre hubiera estado ocupado organizando y supervisando su propio planeta, y cada mujer estaría con su esposo/dios, ¡embarazándose sin detenerse para producir bebes espirituales! El concepto cristiano que encontré en un programa en vivo de una televisora cristiana, sonaba mucho más interesante… que todos los que crean en Jesús terminarán en el mismo cielo, ¡juntos!

Otra pregunta que me vino a la mente era esta… ¿cómo podía Jesús ser el “Dios” del Antiguo Testamento, como afirmaba el mormonismo, utilizando muchas Escrituras del Antiguo Testamento para probar que Dios tiene un cuerpo – cuando Jesús no “obtuvo” Su cuerpo sino hasta después que el Antiguo Testamento fue escrito?

Estos son sólo dos de los pensamientos que me vinieron, dejándome desconcertada acerca de cosas que no podían ser explicadas. Luego, un año después de mi divorcio, el Señor arregló una “cita divina” para mí con un joven que había conocido unos años antes. En los años que habían transcurrido desde la última vez que le vi, no sólo se había convertido en un creyente nacido de nuevo, inscrito en el seminario, sino que era uno de los pocos individuos que en 1977 realmente sabía mucho acerca del mormonismo. Esa “cita divina” le llevó a enviarme un paquete que recibí unas dos semanas después. Al interior del paquete había algunos libros y panfletos. El libro que se encontraba en la parte superior, era Mormonism (Mormonismo) por el Dr. Walter Martin. Dentro, Pat había escrito, “Para Bonnie de Pat Carraway, 8/8/77, Juan 8:32”.  Miré el versículo que decía, “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”

En los siguientes dos días, hice un gran descubrimiento… todo lo que me habían enseñado en la iglesia mormona estaba en conflicto directo con la Biblia. Nunca se me había ocurrido leer más allá de los “textos de prueba” que me habían mostrado en la iglesia SUD… que existía un verdadero “contexto” para aquellos versículos que – si yo los leía todos – ¡cambiaba el significado de prácticamente cada uno de ellos a lo opuesto de lo que la iglesia mormona me había dicho que significaban!

Cuanto más y más leía acerca de Jesús, comencé a darme cuenta que este Jesús que encontré en la Biblia, sólo tenía una cosa en común con el Jesucristo del que me habían hablado en la iglesia mormona – ¡el nombre! Al segundo día puse a un lado mis escrituras mormonas y comencé a leer la Biblia Nueva Versión Internacional que mis padres, que no eran mormones, me habían obsequiado por Navidad… la única Biblia que tenía además de la otra. Raramente la abrí en los 8 meses que la tuve, pero ese día, sentí una necesidad de leer algo que no tuviera notas al pie de página ni referencias cruzadas puestas por los mormones.

Un poco después del medio día de ese segundo día, llegué a Juan 8:24 (NVI) que dice, Por eso les he dicho que morirán en sus pecados, pues si no creen que yo soy el que afirmo ser, en sus pecados morirán” Acababa de aprender en las 24 horas previas quién afirmaba ser Jesús… y Él no era “un” dios, o “uno de los dioses,” o el “hijo espiritual primogénito del Padre Celestial con una de Sus esposas”, y Él, definitivamente, no era mi “hermano mayor.” De pronto, la idea me golpeó… Si moría creyendo en el Jesucristo del que me había hablado la iglesia mormona, ¡yo también hubiera muerto creyendo en un poste con un “Jesucristo” estampado sobre él! ¡No me estaba dirigiendo hacia el cielo, mucho menos a la deidad! Y a menos que hiciera algo en ese momento, ¡estaba en grandes problemas!!

Pero había una guerra en mi cabeza…Me habían enseñado que si hacía lo que estaba a punto de hacer, ¡eso era el pecado imperdonable! Incluso cuando me quité las ropas del templo y me vestí nuevamente, reuní el resto de mi ropa de la gaveta y junté los libros mormones en mi cama, y las figuras mormonas de las paredes sobre mi cama, esa cosa “imperdonable” seguía recorriendo mi mente.

¡Finalmente, el Espíritu Santo ganó! En mi jardín trasero, Él me tranquilizó lo suficiente como para que pudiera encender un cerillo, y quemé toda esa pila de cosas asociadas con el mormonismo.

No hubo una “cosa única” que me llevara a abandonar la iglesia SUD. Fue una compilación de todo… Hubo algo que, cuando lo hallé, me impactó como una tonelada de ladrillos… el artículo de las Noticias de la Iglesia que citó al presidente Hincley cuando dijo que los mormones adoran a un “Jesús diferente” del Jesús que adoran los cristianos… ¡eso confirmó lo que yo había descubierto por mí misma!

Otra cosa que llamó mi atención fue lo que encontré en Mateo 27:50-51, que dice, Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu. En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas.” Esa “cortina del templo” es lo que la Reina Valera llama un “velo”. Dios destruyó el velo del templo, el cual era un tapiz grueso, tejido intrincadamente, como de 15 centímetros de espesor. Dos grupos de bueyes tirando en sentido opuesto, no hubieran podido hacerle un rasguño, pero Dios lo desgarró en dos, de arriba hacia abajo, significando aquello que nunca más nada ni nadie se pondría en medio entre Él y Su pueblo. Sin embargo, la iglesia mormona no sólo estableció un sacerdocio que se interpone entre los miembros y Dios, sino que ha colocado un velo en cada uno de sus templos, negando por lo tanto lo que Jesús ha hecho por nosotros en la cruz. Dios rasgó el velo, pero la iglesia mormona despreció a Jesús ¡y puso el velo nuevamente!

Fue casi un año antes que aprendí lo que me sucedió ese día…¡que había sido salvada, nacida de nuevo! Pero tenía un hambre enorme por la Palabra de Dios – convencida de que si conocía bien lo que dice la Biblia, nunca más volvería a ser engañada. Diez años después, Dios decidió que era tiempo de ponerme en el ministerio, y comencé a escribir devocionales diarios que aún escribo y publico el día de hoy. Tenemos un ministerio de envergadura mundial a través del Internet, con muchos, muchos miles de personas leyendo los devocionales cada día.

En octubre de 1992, Dios arregló otra “cita divina” para mí y trajo a mi vida a un hombre increíble y piadoso…el hombre que es mi esposo, J.R. Él no es perfecto (¡tampoco yo lo soy!!), ¡pero es el hombre perfecto para mí! Él toma en serio la Palabra de Dios, y me trata exactamente de la manera que Dios dice a los hombres que traten a sus esposas. Como resultado, cada día de mi vida es una bendición, mi corazón está siempre gozoso, y una de mis más grandes esperanzas es que yo sea el tipo de esposa que J.R. merece…¡porque él merece lo mejor! Juntos servimos al Señor a diario, esperando dar gloria a Dios con nuestras fuerzas para bendecir a todas las personas que podamos.

J.R. y yo somos ministros ordenados. También somos Consejeros Cristianos Certificados, y pasamos mucho de nuestro tiempo aconsejando a las personas con la Palabra de Dios, ayudándoles a utilizarla en sus vidas. Mientras que J.R. aconseja a los hombres en general, abordando los problemas que tienen de manera más específica en sus matrimonios, yo paso mucho tiempo guiando a las mujeres que se salen del mormonismo… un proceso largo y doloroso, incluso en la mejor de las circunstancias. A través de esa consejería, me preocupé por lo que estuve oyendo de las mujeres… historias acerca de sus vidas en el mormonismo que no guardan ninguna semejanza con el tono de las relaciones públicas que la iglesia SUD intenta vender no sólo al mundo en general, sino a las mismas mujeres mormonas. Agobiadas por la increíblemente pesada carga del “desempeño” requerido por la iglesia mormona, y echadas para atrás por el temor de perder todo lo que ellas consideran querido, estas mujeres permanecieron calladas durante años, luchando por parecer estar “bien” cuando estar “bien” era la cosa más lejana a la verdad.

bonnie-bookcoverFue esta preponderancia de problemas que reportaban las mujeres que salían del mormonismo lo que me llevó a, no sólo exponer esos problemas para que los vea todo el mundo, sino también para proveer de algunas respuestas a las mujeres… para aquellas que dejan el mormonismo, y también para las que continúan atrapadas en el engaño. No fue difícil encontrar mujeres que estuvieran deseosas de contar sus historias… ¡Recibí cientos de cartas y de llamadas telefónicas! Sabiendo que no existe manera de hacer participar a todas estas mujeres, seleccioné a doce cuyas historias encajan con el asunto específico que encontré más común, e incluí mi propia historia que encaja también con uno de los asuntos.

El ebook (libro en formato digital) resultante es The Mormon Woman… Goddess or Second Class Citizen? (La Mujer Mormona…¿Diosa o Ciudadana de Segunda Clase?), disponible en Smashwords.com en todos los formatos ebook (incluyendo Kindle, al igual que PDF, para los que no tengan algún tipo de dispositivo portátil) en https://www.smashwords.com/books/view/262104 (en inglés) y específicamente para Kindle en Amazon.com en http://www.amazon.com/dp/B00AIT2AWE (en inglés).

Incluso si usted piensa que sabe cómo es la vida para una mujer mormona, ¡le prometo que este libro le abrirá los ojos! Al mismo tiempo, también incluí lo que la Biblia dice acerca de las mujeres, para realizar comparaciones a través del libro, y específicamente aborda la perspectiva bíblica de la mujer en el capítulo final… “I Am Woman… What Does That Mean to Jesus?” (“Soy Mujer… ¿Qué Significa Esto Para Jesús?”)

Si usted es una mujer (u hombre) que se está saliendo (o ya se ha salido) de la iglesia SUD… o una mujer que aún está en ella… o alguien involucrado en un ministerio dirigido a los mormones, o un amigo o pariente de algún mormón, ¡le animo a conseguir este libro! Las mujeres sabrán que no están solas y los hombres considerarán cuánto de la “posesión del sacerdocio mormón” aún tienen en ellos – no importa quién sea – usted encontrará respuestas en este libro. La respuesta más importante que encontrará es Jesús, porque si usted lo tiene a Él, Él le guiará a todas las demás respuestas que pueda necesitar, así como lo hizo conmigo.

 

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